Los dientes de leche o dentición primaria constituye la base fundamental en la alimentación de nuestros niños entre 0 y 6 años. En en esta etapa cuando adquieren sus defensas.
Los dientes de leche son 20, 10 arriba y 10 abajo. Comienzan a salir aproximadamente a partir del sexto o séptimo mes. Los primeros dientes que comienzan a emerger a la boca normalmente son los incisivos inferiores, a los que seguirán los superiores hasta que cumplido el primer año prácticamente cuenten con todos los dientes de leche.
Durante este tiempo, los dientes de leche van remineralizándose en la boca gracias a los alimentos, pero si no mantenemos una higiene adecuada podrán verse afectados por placa bacteriana. Los dientes de leche mantienen esta estructura: esmalte, dentina y nervio. En un diente permanente el esmalte suele ser grueso y la dentina más delgada, pero en un diente de leche sucede al contrario: el esmalte suele ser una capa pequeña por lo que el diente de leche es propenso a sufrir caries rápidamente si no cuidamos este esmalte dentario. La dentina y la pulpa son muy amplias, se encuentran agrandadas. El esmalte es la estructura más dura del organismo, más dura incluso que un hueso; al ser atacado por el metabolismo de las bacterias que consumen los restos de alimentos que dejamos en la boca es perforado e inmediatamente se produce la caries dental.
El esmalte en los dientes de leche presenta una estructura más disuelta, los prismas del esmalte no están tan unidos como lo están en un diente permanente por lo que presente cierta porosidad.
Desde los 0 meses hasta los 6 años tendremos que iniciar los cuidados de los dientes de leche ya que a partir del séptimo mes comienzan a ingerir comida mixta o ablactancia y se deberán cepillar los dientes de leche que mantendrá hasta los 9 años.
La técnica de cepillado desde niños se puede realizar con cepillos con forma de dedal con cerdas muy suaves hasta con cepillos normales pero de cabeza más pequeña para que se adapten a la estructura de sus bocas.
Si no cuidamos la limpieza de los dientes de nuestros pequeños las bacterias que se van a acumular se irán transformando en bacterias mucho más patógenas que si bien al principio se focalizan en el diente, de manera inmediata y por lo canales que existen en el nervio compuestas de venas y arterias se trasladarán hasta el final de la raíz y de ahí se ubicarán en el hueso, en un lugar prácticamente inaccesible al dentista. Una vez en el maxilar inferior o superior, que también presenta venas, arterias y nervios por lo que presenta una gran irrigación, la infección es trasladada a la sangre lo que afectará en mayor medida a un niño que está en pleno proceso de fabricación de defensas. Las bacterias en un niño pueden contaminar rápidamente todo el organismo produciendo endocarditis bacteriana.
Si observamos que por causa de una caries dental el niño comienza a tener fiebre es necesario tratarlo a tiempo para evitar que termine con una septicemia. Las caries hay que atajarlas desde el principio.